miércoles, 24 de abril de 2013

FALLADO EL IX CONCURSO DE CARTAS DE AMOR "DEJA LATIR TU CORAZON"

Recientemente, se ha realizado el fallo del IX Concurso de Cartas de Amor "Deja latir tu corazón", convocado por la Concejalía de Educación y Cultura del Ayuntamiento de Alcaudete. Estas son las cartas ganadoras.

1º Premio.
Título: Mi musa
Autora: Isabel García Viñao
Localidad: Jaca (Huesca)

Querida sirena:
Unos rayos de sol con flequillos rojizos y sonrisas estivales daban la bienvenida al nuevo día. Mis pasos firmes, a pesar del peso del caballete, de los lienzos, de pinceles y óleos, me llevaban al mirador en el que te conocí, al Mirador de los Peines. Las olas, rompiendo en los peñascos, traían olor a algas, a peces, a sal marina, a naufragios, a chapapote. La brisa mensajera enviaba mis anhelos de verte, pero ¿dónde volcaba mi deseos si no venías?, ¿mar adentro?. Mis pinceladas inquietas agitaron las aguas del mar del cuadro que, tenebroso y enfurecido, comenzó a saltar por las popas y las proas de los barcos. La agitación que sentía en mi corazón se transmitía a mis manos, y de éstas, al pincel. Y todo porque no te veía, sirena. Porque ¿sabes?, mi corazón saltaba cuando llegabas sigilosa con tu fular vistoso de verano al cuello y con los extremos volando como alas de mariposas. Ante tu demora, miré el reloj. Una, dos, tres,... muchas veces. Como los siete días consecutivos anteriores, necesitaba esos minutos de tu presencia; esa vocecita que opinaba sobre la luz, los colores, la profundidad, la perspectiva,... sin apenas entender nada de pintura. Mi necesidad podría compararse a la de un naufrago esperando su rescate, a la de una rémora buscando un tiburón o a la de un pirata buscando su pata de palo para realizar un abordaje.

Comenzaba a anochecer, y el rumor del mar se me hacía insoportable. Tanto que con enfado lo increpé rugiendo. Luego cacheé mis bolsillos. Siempre con mis irremediables despistes, había olvidado el móvil en el hotel y sin duda mi esposa estaría inquieta.

Al día siguiente, cómo no, marché con los bártulos otra vez al Mirador de los Peines. Me levanté de la cama temprano, movido por la inquietud y la esperanza de verte. Los madrugadores rayos de sol todavía introducían los flequillos en el algua del mar. Mi única ilusión era que volvieras a observar mi cuadro. Por la noche, en mis desvelos, había inventado pequeños planes a tu lado, planes de la A a la Z. Te habías convertido en la belleza de mi cuadro y, como le ocurría a Pessoa, vivía sujeto a las pasiones visuales que se producen cuando se ama. Eras el tiempo y la esencia, la avidez y el deseo, la luz y el color, la ilusión y la esperanza. Todas mis perspectivas estaban centradas en tu imagen. Ni qué decir tiene que estuve más atento a descubrirte que a lo que estaba pintando en aquel cuadro inacabado del día anterior.

La tarde fue cayendo y el mar se fue convirtiendo en un rumor fantasmal de tambores, en un susurro asmático de violines fúnebres. Auguré un patético final de día sin verte. Comencé a dar pinceladas caóticas sobre aquel cuadro como recurso ante la soledad que sentía. El mar pintado el día anterior, azul con pinceladas negras, recibía un cromatismo rojizo, -del color del amor-, como si espolvoreara pimienta. Los barcos en ese mar extraño parecían tener un movimiento mágico para escapar de aquellas aguas en las que confluían mareas diferentes. La obra era muy original y captaba las miradas de los transeúntes. advertí que aquel cuadro nada tenía que ver con ninguno de los ambiente marinos que hubiese pintado con anterioridad. Lo miré de lejos, de cerca, desde la derecha, desde la izquierda, sentado, de pie,... pero sin dejar de ojear en ningún momento la gran avenida  y los malecones donde solìas sentarte. Pensé en Dora Marr y en cómo su amor hacia Picasso la atormentó hasta volverse loca e individualista. A mi, tu ausencia, también me volvía loco. Con la frustración de la falta de tus palabras, sólo aquel cuadro, pintado con los tonos de mi ánimo y sentimientos, podía entenderme. Y por eso, mi sirena, comencé a hablarle:

"Perdóname, cuadro, por mi humor cambiante. Esa princesa-sirena, que es la fuente de inspiración, ha distorsionado mi cabeza. Mis pinceladas responden a momentos de calma, de ilusión, al amor, a su ausencia, al desespero. Colores sobre colores son la suma de mi ánimo variable y dependiente de ella, de esa sirena con fular vistoso al cuello que al pasar por nuestro lado sacaba mil reparos a mi pintura. ¿Verdad cuadro que me comprendes?. Esas aguas turbulentas y negruzcas que parecen que van a salirse del lienzo, simbolizan la agitación que he sentido y la desesperación al no verla. Son
impulsos que se plasman en brochazos que no te mereces. Sin embargo, tú eres el que recibes el castigo de mi corazón machacado por su falta. ¿Podrás perdonarme...? Prometo que, en compensación no voy a dejarte abandonado en la buhardilla como a otros muchos lienzos, sin ni siquiera darte el mínimo detalle de una pátina de barniz que te proteja. No vas a ser uno más de los que se llenan de polvo o de telarañas, de los que no vuelven a ver la luz, de los olvidados, de los atacados por la carcoma. Siempre estarás cerca de mis ojos, serás la atención de mis miradas, el símbolo de mi amor secreto, guardado con celo por representar los distintos estados de mi amor. No te lo digo con la boca pequeña, no, no créeme. De lo que te estoy prometiendo, te doy mi palabra"

Hace cuatro meses que acabó esta historia y sin embargo te sigo recordando mucho. Esta carta que te escribo morirá en la oscuridad de mi mesita de noche. La destinataria eres tú, esa nereida sirena que hizo palpitar mi corazón tiempo atras hibernado. Pero ¿dónde te escondes para remitírtela?. ¡Ojalá lo supiese! ¿Que sería una locura?. Tal vez, pero qué es el verdadero amor sino locura. ¿Ah, por cierto!. En una sala expuse varios de mis cuadros y éste se llevaba todas las miradas. Tantos compradores tuvo que tuve que colgarle un cartel que decía: "Vendido". No he roto mi promesa, pues como tú, musa de mi caudro, siempre estará muy cerca de mis ojos.

No te olvidará jamás el pintor del Mirador de los Peines.

2º Premio
Título: Querido olvido
Autora: Juana María Carreño García
Localida: Pozoblanco (Córdoba)

Querido olvido:

Te escribo esta carta en un imposible intento más por refrescar tu memoria. Al hacerlo observo cómo, torpemente escriben mis manos arrugadas por el paso de los años. Te escribo aunque estás aquí sentado a mi ladito al calor de nuestra vieja lumbre. Han pasado algunos años. Ochenta y tres primaveras en mi vida, en la tuya algunas más, aún así recuerdo como rondabas la esquina de mi calle y cómo mirábamos tímidos a través de la reja de la ventana de la casa de mis padres.

Qué guapo y cómo revoloteaba mi estómago el día que fuimos a pasear por primera vez. Apenas podía mirarte a los ojos porque notaba como lentamente aparecía rubor en mis mejillas. Siete años después de ese paseo vivimos el día más feliz de nuestras vidas. Mi tío Paco, con su vieja sonrisa, me llevaba del brazo al altar a dar el paso de unir mi vida a la tuya hasta que la muerte nos separe.

Ojalá pudieses recordar cuando llenamos con amor la casa de chiquillos, cuando nos sentábamos los domingos a comer un caldo calentito que había preparado con esmero. Ojalá pudieses recordar el brillo de mis ojos cuando tú, mi Manolillo, llegabas de tus labores en el campo y yo remendaba el pantalón del chico en el patio.

Te miro y me pregunto si en tu mente en blanco hay un hueco para el día que "casamos" a nuestra Anita. Aún  tengo el retrato de los siete en la mesa del comedor. Algunos días, los pocos que tu cuerpo permite que abras tus ojos, te lo enseño y con esmero voy señalando uno a uno y repitiéndote los nombres de cada uno como si jamás hubieras conocido a cada uno de ellos. "Este hombre vestido tan elegante, eres tú. Ésta yo, tu Mercedes. La de al lado vestida de blanco La Anita, nuestra hija mayor. Éste su marido (siempre te repito lo buen muchacho que es). El del brazo escayolado nuestro pequeño Miguel, que travieso era. La del pelo negro con caracoles, nuestra Carmela, que carita de porcelana. Y el de la esquinita, alto y moreno...tan clavadito a ti, nuestro Juan Bautista".

Cuando termino coloco el retrato en su sitio, poniendo bien el pañito. Te tiento las manos por si ellas me dicen que tienes frío. Miro por la ventana y me pierdo en mis recuerdos. Las vecinas me dicen..."Con lo que ha sido Manolillo...", "Con lo que eres Manolillo" te digo yo. No puedo hablar en pasado porque sigues siendo mi fiel compañero. De puertas para adentro, solos los dos, te cuido con el amor más grande, como prometí ante Dios aquella tarde. Te doy agua fresquita, te leo, te hablo... y te sigo pellizcando la barbilla con un gesto de cariño, costumbre mía de mozuela, ¿recuerdas?...

Sigo durmiendo despierta a tu lado, al calor de tu cuerpo y de tu olvido infinito. Seguimos durmiendo cogidos de la mano, Manolillo, Así hasta que llegue nuestro día, mientras seguiré despertándote con mis ancianos besos, poniendo tus manos en mi carita ya cansada y recordándote nuestras vidas hasta que me quede sin mi temblorosa voz. Te quiero Manolillo.

Un beso. Tu Mercedes.

3º Premio.
Título: Sin título
Autora: Aurora Funes Granados
Localidad: Alcaudete (Jaén)

Querido Andrés:

Si estás leyendo esta carta es porque la enfermera ha cumplido la promesa de entregártela.La escribo ahora que tengo un instante de tregua, una ocasión en la cual la enfermedad me lo quiere permitir, el innombrable como así le llamas; como siempre tú quitándole importancia a las cosas que me hacen sufrir. Presiento que esta vez me está ganando la batalla y también la guerra final, por eso no he dudado un segundo en dedicarte mis últimos pensamientos.

Quiero harlar un ratito contigo aunque esta vez tú solo escucharás; sabes de sobra que te amo, pero lo que de verdad necesito que entiendas, es que cuando me marche de este mundo me iré tan llena de tu amor que no podría más que desear volver a vivir contigo, si la vida me brindara otra oportunidad. Mi corazón, mi alma y todo mi ser, te están profundamente agradecidos. No sufras cuando llegue el momento quiero verte fuerte y sereno, porque has sido y sigues siendo lo mejor de mi vida, parece una frase hecha, pero no hay otra verdad, me has dado todo el amor del que disponías y más, he sido la mujer más rica del mundo porque sencillamente me has amado y me he sentido plena como mujer en todos los sentidos siendo tu esposa.

Nuestra economía nunca fue abundante, pero ¿Qué me importaba no lucir una joya si yo ya tenía el tesoro entero? ¿Crees que no me daba cuenta cuando paseaba de tu brazo, y tú mirabas de reojo los escaparates deseando poder comprarme algún vestido nuevo? Yo insistía para que fueses tú quien renovara el abrigo, pero me decías besándome las manos - le cambias los botones y quedará como los más actuales del momento -. Al día siguiente venías a casa con el vestido. ¿Y como hacías para ahorrar en tu periódico y tu café un mes antes de nuestro aniversario?. Ese día durante treinta años siempre tuve un detalle tuyo. No íbamos a sitios caros, pero el lujo era tenerte a mi lado. Con que ilusión compramos a plazos nuestro pequeño automóvil, nos sentíamos tan importantes paseando cada domingo por los pueblecitos más cercanos, ¿recuerdas el día que nos desplazamos a la capital?, cuánto reímos, fue toda una odisea. Solo has pensado en mí y en nuestra única hija que con tanto orgullo llevaste del brazo al altar y que dentro de dos meses nos hará abuelos; sé que hablarás de mí a nuestra nieta, quiero que tenga los pendientes que llevé el día de nuestra boda. Cuéntale la primera vez que salimos de viaje para alojarnos en un hotel y celebrar nuestras bodas de plata, nosotros dos subiendo a aquel avión y volando a Canarias, era la primera vez que veíamos el mar y nos sentíamos tan afortunados... y ahora este maldito tumor al cual te niegas incluso a llamar por su nombre.

Andrés, mi amor, la muerte no tiene importancia si has amado y has sido correspondido, yo moriría otra vez por vivir de nuevo nuestra vida  juntos.

Mi mayor deseo ahora es que cuando llegue el momento, no te aflijas, siéntete firme y tranquilo, no me marcho con el alma vacía, me llevo treinta años de amor con sus días y sus noches. Recuérdame alegre y dichosa cuando mires cada rincón de nuestra casa, está impregnada de felicidad.

Seguiría con esta conversación... pero el innombrable ya está llamando otra vez a mi espalda, se que podrá con mi cuerpo, pero nunca con mi corazón hasta el último de sus latidos e incluso después. ¿Recuerdas aquellos versos que tanto me gustaba que me recitaras?. Ahora yo te los entrego y te los dedico a ti complacida.

"Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán cenizas, más tendrám sentido:
Polvo serán, más polvo enamorado"

Para siempre, tu mujer.
Amelia.

1 comentario:

B.P.M. Miguel de Cervantes dijo...

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