viernes, 3 de agosto de 2012

GANADORES DEL IV CONCURSO DE POESIA BREVE "CIUDAD DE ALCAUDETE"

Una vez leídas todas las obras presentadas al IV Concurso de Poesía Breve "Ciudad de Alcaudete", el jurado ha establecido los siguientes premios:

1º Premio - 300 €
Francisco Javier Cano Expósito - "Javier Cano"
Jaén

Poemas del ausente

I

Varado ante el monte Ahíllo,
eterno barco de piedra,
mi pueblo tiene un Castillo.

Su torre, dormida vela,
se asoma al balcón de un templo
con nombre de carabela.

Con luz de faro en la luna,
los dos surcando mi sueño
y un mar de almendros de espuma.

II

Salir de la Encarnación,
pasar por Santa María,
notar la mañana fría
caliente en el corazón,
perderme en tu procesión,
manchar la Plaza de llanto,
valerme de tu quebranto
para olvidar la amargura
de no cargar tu hermosura
al alba del Viernes Santo.

III

A veces, con mi tristeza,
visito en sueños tu ermita
y sacio, fuente bendita,
mi sed donde tu belleza.
A veces mi voz empieza,
Señora de la Fuensanta,
el himno de amor que canta
mi gente mientras te adora.
Y siempre acabo, Señora,
con un nudo en la garganta.

IV

Porque me faltan los míos
me sobran en la mirada
rincones, campos y ríos.

Los míos que son tus calles
el Víboras y tu sierra,
mis pasos por los Zagales,

tu olor de hojaldre y romero,
ciudad de los manantiales.
mojándome los recuerdos.

Accesit - 100 €
Aquilino Duque Ramírez
Andújar (Jaén)

Introducción en la cola del viento

A la vista del palacio
en la vera del convento.
a la espalda de San Pedro
el aire es del Medievo.

Entre olivas y provincias
entre calles y huertos,
olor a tomillo y romero
sabor a perdiz y conejo.

Primer movimiento: Silencio

Se pierde mi alma en Fuente Amuña
y la encuentro entre los cerros,
el corazón lo dejé a tu puerta
en la calle del Pilarejo.

Vengo callado del campo
de dar el jornal diario,
llego cantando a mi pueblo
buscando ajoblanco y tus besos.

Segundo movimiento: Tierra

Traigo duraznos de la ribera,
alcachofas del huerto de abajo,
habitas de la huerta de arriba,
alboronía de sentidos y versos.

A la luna llena de Alcaudete
a los ríos y a su aceite,
a los frutos de la tierra
a su historia y sus gentes.

Tercer movimiento: Agua

Manantiales de agua clara
refrescaron cien culturas,
cristianos, árabes y romanos,
moldearon su hermosura.

Mientras pasa lento el tiempo
se va escribiendo la historia
fiestas, arte, trabajo,
y vivencias en la memoria.

Epílogo: Perdido

Dame una tarde, una mañana,
dame un lienzo y una sombra,
píntame un río, una laguna,
la del Chinche, Laguna Honda.

Deja que me pierda
en tus calles y montañas,
que me pierda en el castillo
y en el abismo de tu mirada.

Accesit - 100 €
Vicente Pérez Masedo
Madrid

Lo que fui

1.
Fulgor
de olivos en mi recuerdo,
nitidez paciente de los árboles y los pájaros,
el Palacio y sus almendros desconcertados,
Iglesia de San Pedro como fértil pirámide de trigo,
techos de frutas y bóvedas,
tardes de brisa lánguida y azul,
noches de luna visible
como una araña de plata enredada entre las nubes.
Pureza de lo que he perdido.

2.
La mano protectora de ami abuelo,
acariciando mi pelo como un cuidadoso viento.
Sierra de Ahillos, Fuente Amuña, huertas doradas.
Frondoso silencio, brillo de cal, luz de otoño,
luz de cobre en la que los pájaros curvaban ingrávidos sus alas.

Guían las manos curtidas a los perros inquietos.
Olor a la compacta lluvia y al musgo.
Batir fugaz, febril de las mariposas.
Mariposas como una bruma que encharcaba a las flores.
Los campesinos, con las camisas abiertas, tenaces y abrumados por el sol.

3.
Calles de Alcaudete
por mil veces recorridas.
Laberintos felices de la niñez.
Salir de la escuela,
hastiado de quebrados y pizarra,
con el temblor de los libros en la mano.
La blanda comprensión de mi madre antes mis faltas,
el latido blanco de su corazón
al abrazarme,
mi nombre amorosamente pronunciado en sus labios.

4.
Certeza de la Plaza, extinta ermita de la Aurora,
atento y protector arcángel San Gabriel.
Noches acogedoras bajo las sombras repetidas de la almohada
y la insistencia sonora
y gris de los grillos.
Calles de Alcaudete en las que las lagartijas
zigzagueaban verdes entre los muros
como obsesivos vigías.
La lluvia caía transparente y musical sobre la Plaza.
Risas de niño.

5.
Entonces,
en mi infancia en Alcaudete,
tan lejana ya,
desconocía las costumbres y el pesado pulso del sufrimiento,
los rasgos tibios
y avasalladores del desencanto.
La vida era juego.
Ya sé que no es así.