Estos son los textos de las tres cartas ganadoras del X Concurso de Cartas de Amor, convocado por el Área de Cultura, Participación Ciudadana y Ocio del Excmo. Ayuntamiento de Alcaudete.
1º Premio
Título: El prefijo pre
Preciosa mía,
te escribo con el pretexto de explicarme antes de que todo prescriba:
El prefijo pre, significa anterioridad local o temporal, incluso dicen que prioridad o encarecimiento. Procede del latín "prae", que significa delante, delante de... Lo que no aciertan a explicar es que a veces, este breve prefijo significa mucho más que todo eso. Le da valor a un grupo de palabras, que juntas pueden hacerme explicar, lo importante que puedes ser para mí.
Y es que nadie sabe si estamos predestinados para estar juntos, ni si tendré un lugar preferente en tu corazón, ni tan siquiera, si vive el sentimiento prexistente antes de que te apagaras. Por eso, entenderé que tomes precauciones, que los dos sabemos que el preámbulo no fue como tu quisiste, que fue mi culpa y a veces creo que de la precocidad de las cosas. No me prejuzgues sin que presente mi última mirada y aunque creas que me precipite, los momentos justos son los precursosres de que sienta lo que siento. No he predicado con el ejemplo, y aunque ocupas un lugar predilecto en mi vida, no lo supe demostrar. Nada me hizo presagiar que ahora fuera prescindible en la tuya.
Predomina por encima de todo, las ganas de preservar tu sonrisa y cuidar que no se apague. En mis previsiones, conocerte, no era el preludio de este sentimiento, pero ya ves, no pido nada, siento lo que siento y presiento que tú, nada. Aun así, no sé si estoy preparado para estos momentos, no es algo premeditado, pero aguantaré lo que se precise.
Sin que sirva de precedente te explicaré que hasta he inventado tres palabras, una es que prequise, porque eso es lo que pasó, otra te prequiero, porque eso es lo que pasa y finalmente te prequerré, porque la antesala de un te quiero nunca se pasa.
Autor: Ricardo Vilanova Pérez - Valencia
2º Premio
Título: Dedos de Pianista
Mi querido Martín:
Sé que todos los días que estuve en coma me ibas a ver, pero cuando recobré la consciencia y salí de ese estado que me mantuvo viva, desapareciste dejando un sms en mi móvil que me astilló el corazón: "No me busques, soy seropositivo. Lo último que pensé en esta vida fue enamorme de ti, pero después del accidente por mi culpa, debo dejarte. Los remordimientos están arruinando mi conciencia. necesito meditar lo sucedido yo solo. Te seguiré queriendo pero, entiéndelo, soy un peligro para ti. Cuídate".
Martín, amor mío, tú no tuviste la culpa de aquel accidente de coche en el que viajábamos hacia Alicante ni de que yo, como consecuencia, tenga un ojo casi ciego. Sospeché que eras seropositivo porque en sueños hablabas obsesivamente de pinchazos, drogas, sida. Además en los brazos tenias marcas violáceas que tratabas de ocultar. Nunca te preguté nada, porque no quería saber la respuesta. No me importa que tengas ese problema ni por qué. Yo quiero cuidarte, vivir juntos luces y sombras.
Sé que te despidieron del trabajo porque una depresión te destrozó después del accidente. Si no quieres verme por no pasar la verguenza de haberme ocultado que eras seropositivo, no te preocupes. No me contagiaste. Quiero compartir contigo mi respiración, mi pan, mi agua y lo poco que tengo.
Me estoy volviendo loca llamando inútilmente a tu móvil todos los días. La respuesta "móvil apagado o fuera de cobertura" es lo que escucho machaconamente. Quizá en las redes sociales encuentre tu rastro pero soy una negada para la informática. Ya lo sabes. Aun así lo intentaré de de todas formas.
No sabes lo duro que es apagar la luz y no encontrar en mi mano el contacto de la tuya. Tus dedos de pianista tampoco se remansan en mi pecho y estallo en mil pedazos de tristeza. Luego me acaricio las costillas en el lugar donde tú reposabas la cabeza surrando palabras tan lentas como los besos que me dabas con los labios embadurnados de chocolate. Nos reíamos de nuestros bigotes achocolatados compartiendo su dulzor hasta enredarnos en un profundo erotismo.
Dios mío cómo pasa el tienmpo. Han transcurrido seis meses desde que salí del hospital. Te he buscado por plazas repletas de indigentes y drogatas, centros de rehabilitación de drogadistos y la zona por la que creo que era tu barrio, porque nunca me dijiste con claridad tu domicilio. Siempre fue ni casa la catedral de nuestras pasiones.
He llegado a los bordes de la prostitución y a las orillas de la droga por encontrar tu estela, aunque no sea el método adecuado para encontrarte. Sin embargo, tengo miedo de entrar en esa atmósfera en la que estoy a punto de caer, no poder salir y entonces perderte para siempre sin poder ayudarte.
Juego a perder mi dignidad y a morir del mono de tu amor. Es una locura. Lo sé, pero te echo tanto de menos que escribo esta carta para sobrevivir a la metástasis que me carboniza las venas.
En lugar de salir a buscarte tantas noches, he preparado una cena para dos aquí en mi casa. He encendido una vela en el centro del salón con olor a vainilla. Sobre la mesa he puesto un ramo de rosas rojas igual al que me regalaste el día después de la primera noche juntos. Al lado de tu cubierto he colocado las servilletas de papel de color rojo en la que me escribías versos, dibujos o cualquier ocurrencia y los barquitos que yo hacía con ellas para luego esconderlos en un cajón entre mi ropa interior. Te parecerá una locura, pero es lo único que me trae algo de paz.
También sobre la mesa he puesto el "beso de Rodín", una estatua de alabastro que me regalaste porque así, yo sentada en tus piernas como en esa escultura, es como nos besábamos a menudo aquí en mi casa después de cenar.
Necesito que la intensidad de tus pupilas me hipnotice como nuestra primera vez en la ducha. Quiero volver a escuchar contigo la canción "extraños en la noche" de Sinatra y que jamás seamos extraños ningún día.
Si pesan tus cruces, te ayudaré a llevarlas aunque me cueste la vida. Te llevaste los mapas de mi existencia y así estoy, como un náufrago sin brújula.
Ven, entra de nuevo en mi paladar. Eres el edredón de mis sueños.
Dibújame con esos dedos de pianista sobre las burbujas que aún nos quedan por beber, y subamos como ellas juntos desde el fondo... hasta el borde de la copa.
Brindemos--- ¡Salud!
Autor: Pedro Antonio García Zanón - San Sebastián de los Reyes - Madrid
3º Premio
Título: Sin despedida
A tí:
Me sigue doliendo tu ausencia, igual o más que el día de tu partida.
Pasan los días que se convierten en meses, en años... y aún me siento en la calle a la misma hora, en la misma silla, esperando tu regreso.
Mi vista se pierde al final de la calle con esa ansiedad por verte, y a veces me imagino que te acercas, que vienes, me levanto enseguida a recibirte, pero alver que noeres tú me invade la nostalgia ¿O acaso es ira?, y es que no sé porque me siento a esperarte todavía, si no dijiste adiós, ni que volverías.
Porque te fuiste así, tan de repente, sin decir nada, sin despedida. Y en esa prisa por marcharte ni tus cosas empacaste, sigue tu ropa colgada, tus zapatos, tus sandalias, tu lugar en la mesa, tu vaso, tu vino sin abrir, tu libro sin terminar, tus gafas, tu bufanda...
Y me pregunto: ¿Qué hice mal? ¿En que fallé? ¿Por qué a mí? ¿Por qué tú? mis ojos vuelven a llorar y mi corazón a sufrir, porque contigo se fueron mis ilusiones, mi ánimo, mi vida.
Ahora vago sin rumbo buscándote en todas partes, en cada rostro que veo, en cada canción que escucho, en cada cosa que toco, al ver el cielo, al contemplar la luna, al sentir el aire, al comenzar el día... te pienso en mi soledad y te hablo con mi silencio.
¡Regresa!, llévate tus recuerdos, tu aroma, tu esencia, tus promesas incumplidas... llévate tu voz que se escucha entre la quietud de tu casa, llévate el vacío que dejaste, llévate mi dolor, mi llanto, mi esperanza... llévate todo por favor, no dejes nada.
Pero no, no vendrás... y es que a veces se me olvida, que nadie ha regresado aún de la otra vida, ¿O es quizás este dolor lo que me hace delirar?. Porque te sueño y duele, porque el hablar de ti duele, porque no me puedo resignar y duele.
Recojo nuevamente los pedazos de mi alma, intento sonreir, seco mis lágrimas y me vuelvo a conformar con mirar tus fotografías, que me invaden de recuerdos, de amor, de alegría, tu último cumpleaños, navidades, la reunión familir, el viaje a la playa, abrazado de mamá, sonriendo con tus nietos y de tantos pequeños momentos compartidos donde era feliz y no lo sabía.
No, no es mi intención perturbarte, sigue durmiendo papá, duerme tranquilo. Mientras tanto yo, te seguiré buscando, te seguiré esperando, te seguiré hablando en silencio para no inquietarte, para no afligirte... te seguiré amando hasta el final de mis días, cuando volvamos a encontrarnos ese día sin fecha, sin hora en el sueño eterno, para nunca más separarnos.
Tu hija que no te olvida.
Sola.
Autora: Maura Agundis Sánchez - San Luís de Potosí - México
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